miércoles, 4 de mayo de 2011

ZAPATOS, SATANÁS Y TIERRA PROMETIDA

      “YO OS HE ENTREGADO COMO LO HABÍA DICHO A MOISÉS, TODO
             LUGAR QUE PISARE LA PLANTA DE VUESTRO PIE”. Jos 1

     Una noche tuve un sueño, en ese tiempo, me estaba preparando para predicar sobre sanidad interior en un retiro de futuros ministros de Dios; era un lunes a la noche y tuve un sueño: en él me encontraba en mi oficina y de golpe salen de la pared perros doberman con dientes filosos como tiburones y saltan hacia mí como para atacarme. Al instante, instintivamente salto hacia atrás y escucho una voz que me dice: “yo apenas te amenazo y vas a retroceder”… reconocí la voz: era Satanás. Pero al instante, el Espíritu del Señor me dijo lo sgte.:   

“NUNCA HAGAS PACTO CON EL DIABLO; SI ÉL TE AMENAZA, NO RETROCEDAS, NO CEDAS TERRITORIO, NO ENTREGUES TU ZAPATO PORQUE YO ESTOY CONTIGO”
     
 Y entendí que temerle al diablo y dejar de hacer lo que uno está haciendo por el Reino de Dios en nuestras vidas y a nuestro alrededor,  es “hacer pacto implícito”, no un pacto firmado, pero si con una actitud de bajar los brazos, y sin palabras,  simplemente decir “Satanás, no me toques, no toques mi vida, mi familia, mis intereses, no desbarates mis planes y yo no desbarataré los tuyos. No entres en mi territorio y yo no entraré en el tuyo…hagamos paz”. Fue muy impactante para mí. Pero no sabía como sería probada 3 días después…
     Encontré en la calle, “por casualidad”, a la persona que más daño me había causado en la vida, la que literalmente casi había arrancado mi vida y la vida de mi hijo cuando él era bebé. Lo odiaba y le temía, no lo había visto en años y ahí estaba frente a mí, en el bus, camino a la oficina.  
   Temblaba cuando llegué a mi lugar de trabajo, me lancé a mi escritorio, tomé mi cabeza entre mis manos y le dije al Señor: “no voy a poder predicar pasado mañana, estoy demasiado llena de miedo, con que autoridad voy a hacerlo”. Y en ese momento el Espíritu del Señor me recuerda el sueño, abro mis ojos y estaba exactamente en el lugar del sueño. Entendí el mensaje. No debía retroceder. Debía ir y predicar.
      Y fui, y esa noche muchos fueron sanados y libertados de heridas emocionales en sus vidas, y vi la Gloria de Dios que se derramaba de un frágil vaso de arcilla. Y con el tiempo, Dios también sanó mis heridas, me quitó el miedo y el odio y fui libre…pero esa es otra historia…les cuento otro día.
     Y desde esa vez siempre le pido al Señor: “que yo nunca haga pacto con el diablo, que nunca renuncie a mis derechos en Cristo por temor o negligencia”. Que pise siempre firmemente la Tierra Prometida…
                       Yamili Filártiga   

lunes, 2 de mayo de 2011

AUTOS, MIEDO E HIERBA EN EL TEJADO


                                      “NO DEBES COSECHAR LO QUE SEMBRASTE”

A veces cosechamos el fruto de nuestras malas obras, a veces las malas obras de los demás, sufriendo por decisiones ajenas, o a veces simplemente por circunstancias de este mundo caído; pero si crees que el sacrificio de Cristo en el Calvario es suficiente para pagar por todos tus pecados, y ya estás establecido en el Reino de Dios,  entonces no aceptes la culpa por pecados o hechos pasados que hasta ahora afectaron tu vida negativamente, porque todo lo malo que has sembrado en tu andar, todas las obras del diablo en tu vida y lo que el mundo ha provocado  debe ser vuelto para bien.
El principio de “siembra y cosecha”, en lo negativo, no se debería cumplir en tu vida, simplemente porque hace 2000 años Jesús cosechó en dolor y heridas en la cruz  todo tu pecado y arrancó el poder del diablo y del mundo con sus consecuencias en tu vida.
Cuando yo tenía 11 años sufrí un accidente automovilístico encontrándome sola en un bus camino a mis estudios, fue muy traumático para mí, sola, herida y sin que un adulto se ocupe de mí, (yo sola, herida y sangrante tuve que mandar pedir un taxi para volver a mi casa).
Cuando sané de mis heridas físicas, empecé a tener ataques de ansiedad y de pánico, seguí tratamiento psicológico, pasaron los años, estudié, trabajé, sufrí años sin Dios, hasta que le conocí, y tiempo después  a Federico, y Dios nos empezó a prosperar económicamente, tuvimos nuestro primer auto, y Fede esperaba que yo maneje como él.
Y ahí surgió todo…no lo podía hacer, el miedo me dominaba, me cercaba como un enemigo invisible y no podía conducir nuestro pequeño auto rojo. Empecé a  orar por eso,  pasó un tiempo y me había acomodado a depender de Fede para salir en auto, pero mi marido no me dejaba en paz, insistía en que lo haga sola.
Una madrugada, a las 3:00 aprox. desperté totalmente, muy lúcida, y de alguna manera entendí que el Espíritu de Dios quería hablarme. Me levanté, tomé mi Biblia, empecé a leerla, y el Señor me llevó al Salmo 129, y me dijo: “todo lo que el diablo sembró en tu vida aún desde pequeña, no lo vas a cosechar, van a ser como la hierba que crece en el techo, avanza un poco y después se seca porque no tienen mi bendición, VAS A SER LIBRE DEL TEMOR A CONDUCIR”.
Y así fue, poco a poco, desafiando al temor con estas Palabras, empecé a conducir, y en 3 meses estaba yendo a todas partes sin temor alguno. Por eso, cada vez que subo al asiento de conductor en mi auto, recuerdo mi milagro, (aquellos que han sentido un temor igual  pueden entenderme) y doy gracias a Dios y le alabo por su amor, por su sacrificio en la cruz, por su cuidado y por mi libertad… porque dejé de cosechar la mala siembra en mi pasado.
Si estás cosechando de obras pasadas en tu vida y familia y quieres ser libre ora de esta manera:
Que todas las obras del diablo en nuestras vidas sean desechas, toda mala semilla desarraigada y sin fruto; seamos restaurados y  nos sea restituido todo lo que él nos robó, que sean como la hierba en el tejado, que se seca antes que crezca, de las cuales el segador no llena sus manos ni sus brazos el que hace gavillas”. Sl 129
                          Yamili Filártiga