lunes, 28 de noviembre de 2011

Bautismo en el Espíritu Santo y mi inaguración en una sesión de liberación(parte II)


Golpeaban la puerta de la sala de niños en la Iglesia en donde me había dormido, miré el reloj y eran las 3:30 AM, me preparé, y nos disponíamos a salir cuando conocí a 2 preciosas hijas de Dios que también irían con el grupo que iríamos a evangelizar, llevar servicio médico, odontológico, ropas y víveres para los más carenciados de la ciudad que visitaríamos. Yo no oré al levantarme, solo subí al bus con el grupo y partimos, nos esperaba una larga jornada de intenso trabajo, que empezamos a las 7 AM hasta las 15:00 hs., tiempo en el cual solo tuvimos tiempo para tomar agua, estábamos agotados al finalizar, comimos algo y mis 2 nuevas amigas y yo nos tiramos al pasto a descansar, queríamos tomar tereré, y vimos un cartelito de “se vende hielo” enfrente de la escuela en donde servíamos y hacía ahí fuimos. Nos atendió una cálida señora que al ver que éramos del grupo amablemente nos preparó un tereré y osadamente mis compañeras empezaron a predicarle; yo no me sentía muy cómoda con eso, pero de todas formas, pronto terminaría todo, hasta que la señora pidió que oráramos por su hijo, quien se encontraba con  muchos problemas, llama a su hijo y aparece un hombre de unos 40 años, que receloso, igual se presta a que nosotras (mejor dicho mis compañeras) oren por él. Y cuando ellas oran noto que mis amigas hablan fluidamente en Lenguas. Cuando terminan la oración, él nos pide pasar por su casa a orar por su esposa que se encontraba enferma, paralítica, y que para su tratamiento ya habían perdido todo, incluido su casa. Ya no sentía recelo por nosotras y nos rogaba que fuésemos, nos invitó a tomar un baño en su casa, y ¡zas! Dijo las palabras milagrosas: “y en casa pueden merendar cocido”, of course! Aceptamos, aunque no queríamos alejarnos mucho del grupo y teníamos tiempo limitado antes del culto a las 18:00 hs. en donde esperábamos al pastor Emilio Abreu para predicar. Entonces al salir, en el portón de la casa ajena, en donde se vendía hielo, ahí mismo, al lado del alambrado de púas, estiré de la manga a una de mis compañeras y en un impulso que no sé de donde nació, le dije: “yo todavía no recibí el Bautismo del Espíritu Santo” y ella me echó una de esas miradas de perplejidad como si yo le hubiese dicho: “yo todavía no respiré hoy”, y le llamó a la otra: ¡Gloria, vení, ella todavía no recibió el bautismo del Espíritu!, más miradas de perplejidad…y como quien van a aplastar una mosca me ponen las manos encima y apuradas oran para que sea bautizada, y ¡maravilla de maravillas! lo recibí y empecé a hablar en Lenguas!, entonces ellas me estiraron como si nada extraño hubiese pasado y me llevaron tras ellas. Yo todavía no reaccionaba de la sorpresa y de la emoción y mis amigas ni siquiera lo notaban, (lo único que les sorprendió fue que no haya sido bautizada hasta ese momento)  y así fue atiborrados en el pequeño autito destartalado del hombre fuimos hasta la casa para orar por la esposa enferma; cuando llegamos al portón, ya antes de entrar a la casa, Gloria y Elena (mis compañeras) se codearon y se dijeron entre sí: “alerta, algo no está bien aquí”. Yo 0 discernimiento espiritual, shockeada por la sorpresa del Espíritu y llena de gozo caminaba por las nubes y no me importaba ni si el mismo Satán nos saludaba al entrar…y no imaginaba lo que nos esperaba…
Entramos a la sala, y en silla de ruedas traen a la enferma, una señora de unos 30 a 35 años, que nos saludó con mucho entusiasmo agradeciendo nuestra visita, contrastando con el insulto que enseguida profirió a una dulce jovencita que estaba a su lado y que resultó ser su hija.
Estábamos apurados, entonces Gloria entró a darse una ducha y Elena y yo quedamos con la enferma que nos contó que llevaba años sin poder caminar y que habían perdido todo con tratamientos médicos que de nada servían. Y Elena le dijo que nosotras ya oraríamos por ella para ganar tiempo, ella aceptó y al acercarse Elena y cuando estaba a punto de ponerle la mano en la cabeza, la sra. se desmayó, al instante, comprendimos lo que pasaba…estábamos enfrente de una posesión demoníaca. ¡vaya manera de inaugurar mi recién recibido Bautismo del Espíritu!. Gracias a Dios estaba con 2 expertas, yo hacía recién 40 días había sido convertida, todavía tenía un gran chupete espiritual colgando de mi cuello, y me asusté…corrí a golpear la puerta del baño apurando a Gloria que termine su baño y salga. Y asustada porque no entendía lo que pasaba, salió envuelta en una toalla y empezamos la liberación. Para resumirlo, la sra. estaba poseída por varios demonios, uno de los cuales era “de enfermedad”, otro “de coma” (que le hacía perder la conciencia cuando le hablábamos), “de pecado” y el peor de todos “de falta de perdón”.
Los 2 últimos eran los peores: ella contó que había cometido un aborto y se negaba a perdonar su marido porque él le había obligado a hacerlo. Cuando prácticamente le arrastramos a su marido para que le pida perdón a ella por eso,  recién ahí ella perdonó y lloró y oró y fue libre y ocurrió el milagro: SE LEVANTÓ Y CAMINÓ.
Fue libertada y sanada en aquella misma hora. Y salimos apuradas y gozosas de ese lugar. Yo caminaba en las nubes, esa noche no dormí de la emoción, más que la emoción de ser instrumento de Dios, yo había recibido lo que anhelaba: EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO.  Dios no me había soltado, cumplió su promesa, empezaba una nueva etapa para mi crecimiento espiritual y empezaba a conocer los beneficios de hablar en Lenguas.
                     Yamili Filártiga

Mi Bautismo en el Espíritu Santo (parte I)


Asistía a una Iglesia en donde se predicaba y oraba por el Bautismo del Espíritu Santo, y prácticamente todos hablaban en Lenguas…menos yo.
Lo anhelaba tanto! Siempre lo anhelé, aún antes de conocer a Jesús como mi Salvador y escuchaba que alguien hablaba en Lenguas me llamaba la atención ese montón de sonidos inentendibles pero agradables y que parecían contener tanto poder.
Y me decidí: ayunaría y reclamaría delante de Dios hasta ser bautizada en el Espíritu. Memoricé cada palabra de la Biblia que hablaba de las promesas del Espíritu y empecé un ayuno de 40 días (esperen un rato: solo ayunaba el desayuno, pero si yo desayuno bien puedo dejar de comer todo el día, y si nó, hacia el mediodía la sensación pareciera que estaba pasando por una severa hambruna africana). Pasaron los días, 10, 20, 30… y cercano a los 40 un viernes a la mañana decido ayunar todo el día hasta después del culto en la iglesia a las 22:00 hs.
Ese día vino a mi mente la idea de: “Dios no te va a dar a vos, eso es para los líderes, la gente espiritual y vos no sos”. Y al instante otra voz  me dijo: “usá el escudo de la fe”. Y lo hice: dije en voz alta: “Dios es fiel a su Palabra y ahí dice que la promesa es para todos”. Esa noche en el culto, el pastor predicó acerca del Bautismo del Espíritu Santo e invitó a los que lo querían recibir a que pasen al frente; (claro que era para mí, este era mi momento) yo corrí, (literalmente) como si de por medio estuviera la medalla olímpica, llegué al altar, el pastor oraba imponiendo las manos, el que estaba a mi lado lo recibió, el del otro lado también, todos hablaban el Lenguas gozosos llenos del Espíritu…menos yo. No lo recibí, no recuerdo una frustración mayor en mi vida, en ese momento decidí apartarme de la Iglesia y de Dios. Sentía que Él no me quería a mí, que yo no era importante para Él. Y salí del templo encogida, triste, acabada…y alguien me llamó; yo debía ir al otro día con un grupo de la Iglesia a prestar servicio médico y social en una ciudad del interior del país, y el que me llamaba era uno del grupo y me preguntaba si estaría en el local de la Iglesia al otro día a las 4 AM para la salida, le dije que no, que no podría estar tan temprano y que por eso no iría. Y él me dijo: “podés quedarte a dormir en la Iglesia, en la sala de niños, te llaveas por dentro, nosotros no dormimos esta noche cargando el camión y a las 3 toco tu puerta y te preparas para irnos”, y cuando estaba a punto de agradecerle y decirle que nó, él agregó: “y te invito a cenar ahora”… y eso me detuvo, (recuerden que última comida fue hacía 24 hs, tenía mucha hambre y si llegaba a casa de mamá a esa hora encontraría la cocina cerrada), entonces me decidí…me quedaría, cenaría y al otro día iría con el grupo a servir a 200 kms de la capital, (en donde vivía), diciéndome a mi misma que el irme sería como una aventura, conocería un lugar nuevo y luego no volvería más a la Iglesia. Esa noche cené y me acosté a dormir sin orar, había llegado al límite de mi fe. Dios ya no existía más para mí, Él no me amaba como lo había creído…
No sabía lo que me esperaba al otro día, yo le había soltado a Dios, pero Él no me había soltado a mí…delante de mí se estaba preparando una aventura excepcional que nunca olvidaría…
                       Yamili Filártiga