jueves, 27 de marzo de 2014

Dante Gebel y Los Simpsons

     En estos días el pastor Dante Gebel publicó en su página de Facebook su participación en la serie Los Simpsons (los detalles no vienen al caso) y la reacción de los cristianos fue inmediata, y un tipo de reacción me llamó la atención: de los que maldecían, acusaban y condenaban, no el hecho en sí, sino al pastor y a su familia. Aquí estan algunas de las maldiciones con que demostraron su ira algunos santos (trozo del comentario acerca de eso publicado por el pastor Dante):



     ¿Estamos conscientes bajo que espíritu actuamos?. Porque no es solo importante decir la verdad, sino con qué espíritu lo hacemos. Porque la verdad desnuda, no revestida de amor es infernal. El celo por la casa de Dios sin amor provoca al odio y a la muerte. Ese era el signo de los fariseos: moralistas, celosos de la Ley mosaica, dueños de la verdad, y tan defensores de la sana doctrina judía que asesinaron al propio Mesías. No hay mérito en convertirse en defensor de la sana doctrina si no está revestida de amor y misericordia. 
      Y recordemos que no tenemos toda la información para juzgar correctamente porque nuestra mente y entendimiento son demasiado limitados para eso. Nuestra labor es ayudar, restaurar, levantar al caído y por sobre todo: amar. 
Este hecho me recuerda al pasaje de Lucas 9:54-56 en donde los samaritanos no reciben a Jesús y Jacobo y Juan, (muy justos ellos y celosos del Maestro) dicen:
“¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” 
¿Y que hizo el Señor? ¿los felicitó por su celo?, les agradeció por su actitud? NO. Sino que los reprendió:
“Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.” 

Cuando queramos corregir un error, hagámoslo con mucho temor de Dios, por amor y con misericordia, sabiendo que al hacerlo, estamos dando al Juez Justo la medida con la que nosotros seremos juzgados.
                                                                                  Yamili Filártiga