En estos días el pastor Dante Gebel
publicó en su página de Facebook su participación en la serie Los Simpsons (los
detalles no vienen al caso) y la reacción de los cristianos fue inmediata, y un
tipo de reacción me llamó la atención: de los que maldecían, acusaban y
condenaban, no el hecho en sí, sino al pastor y a su familia. Aquí estan algunas de las maldiciones con que demostraron su ira algunos santos (trozo del comentario acerca de eso publicado por el pastor Dante):
¿Estamos conscientes bajo que espíritu
actuamos?. Porque no es solo importante decir la verdad, sino con qué espíritu
lo hacemos. Porque la verdad desnuda, no revestida de amor es infernal. El celo
por la casa de Dios sin amor provoca al odio y a la muerte. Ese era el signo de los fariseos: moralistas, celosos de
la Ley mosaica, dueños de la verdad, y tan defensores de la sana doctrina judía
que asesinaron al propio Mesías. No hay mérito en convertirse en defensor de la
sana doctrina si no está revestida de amor y misericordia.
Y recordemos que no
tenemos toda la información para juzgar correctamente porque nuestra mente y
entendimiento son demasiado limitados para eso. Nuestra labor es ayudar,
restaurar, levantar al caído y por sobre todo: amar.
Este hecho me recuerda al pasaje de Lucas 9:54-56 en
donde los samaritanos no reciben a Jesús y Jacobo y Juan, (muy justos ellos y celosos
del Maestro) dicen:
“¿Quieres
que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”
¿Y que hizo el Señor? ¿los felicitó por su celo?, les agradeció por su actitud? NO. Sino que los reprendió:
¿Y que hizo el Señor? ¿los felicitó por su celo?, les agradeció por su actitud? NO. Sino que los reprendió:
“Entonces
volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu
sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los
hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.”
Cuando queramos corregir un error,
hagámoslo con mucho temor de Dios, por amor y con misericordia, sabiendo que al
hacerlo, estamos dando al Juez Justo la medida con la que nosotros seremos juzgados.
Yamili Filártiga