Era un día cualquiera y arreglando mi nueva oficina, levanté una pesada silla y ¡ay! Un dolor en mi espalda que fue en aumento, y después de dolorosas horas de esperas en consultorios médicos y salas de diagnóstico, ahí estaba: una pre-hernia de disco (no quiero ni imaginar si el diagnóstico no tenía el “pre”). Dolor al moverme, al levantarme, al caminar y al sentarme. Por muchos días solo podía estar en cama mirando al techo…y mientras miraba al techo mi Maestro me mostraba mi corazón.
Siempre supe que cuando a un hijo/a de Dios le sucede algo hay una causa y un propósito y esta vez no fue la excepción. Hacía tiempo que no paraba para examinarme a mí misma, como nos sugiere Pablo: “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”.1Cor 11:13 Y ahí estaba, la ocasión perfecta para auto-examinarme: estaba quieta (literalmente), sola y mirando fijo en un punto del techo. ¡Perfecto!.
Y encontré tanta suciedad acumulada como una casa a la que se le limpia cada día, pero superficialmente. Necesitaba una limpieza a fondo. Y ahí estaba mi Maestro, mostrándome como yo me había acostumbrando a su Presencia, como había perdido la percepción de maravilla que me causaba Él. Como había olvidado ese éxtasis de su compañía, perdida entre el diario vivir, la rutina y los asuntos que resolver diariamente. Había olvidado mi primer amor. Al amor de mi vida.
Pero Él no. Él me extrañaba, me anhelaba, quería que yo le dé su porción de cariño y éxtasis diario de adoración; pero no! Yo estaba tan ocupada, tan llena mi mente de tanto que no era Él. ¡Y lo hizo! por amor, me tumbó en cama, me dejó quieta, me enseñó, me mimó, me habló y se mimó Él.
¿Se puede agradecer por una lesión en la columna? ¿Se puede adorar a Dios en medio del dolor? Sí, se puede. Le dí tantas gracias por no dejarme avanzar más por un camino errado, y encontré que en medio del dolor es la mejor ocasión para adorarle con nuestro amor y confianza.
Solo puedo decirle MUCHAS GRACIAS AMADO MAESTRO. Por frenarme y no dejarme avanzar por el camino que a la larga me llevaría a convertirme en una religiosa que solo tiene un sistema de pesadas reglas y normas que cumplir, que cuando ora lo hace mecánicamente y que cuando necesita ayuda gime lastimeramente pidiendo limosna de ayuda divina.
GRACIAS por llevarme de nuevo al camino correcto, al camino del deleite y gozo de TU PRESENCIA.
GRACIAS por hacerme vivir el Evangelio de Vida por el cual ya no vivo yo, sino que Cristo vive por medio mío con todo poder y autoridad para tomar control de toda circunstancia adversa.
GRACIAS AMADO MAESTRO, por hacerme mirar el techo y VER mi corazón. Valió la pena la disciplina.
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” 1 Cor 12:11
Yanili Filártiga
Obs: y a los que quieren saber sobre mi salud: estoy en proceso de recuperación, estoy yendo a Randall para rehabilitación de columna, en un mes reactivo mis clases de Pilates Reformer y en tres meses Natación. Y en 1 0 2 semanas reactivo mi labor en consultorio.